El viejo de las montañas

 

 

Introducción:

«Echecopar: Otra cosa: nunca he dudado de tu valor. Acuérdate, ahora, de que el verdadero valiente es el que defiende a los demás.»

En estas líneas hablaremos sobre la obra Collacocha, escrita por Enrique Solari Swayne, destacaremos los valores que se pueden ver en sus personajes y el espíritu patriótico tan inspirador de estos mismos, quienes sin necesidad de ser visibles logran transmitir mucho. Ahora podríamos preguntarnos, ¿cuáles son estos valores? o ¿en qué sentido se revela el espíritu patriótico de los personajes en el teatro de Collacocha?. Estas son preguntas que iremos contestando a lo largo de este ensayo.

Descripción de los personajes Fernández, Echecopar y Bentin:

 

  • Fernández:

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«Fernández: No vengo huyendo de nadie. Más bien, vengo buscándome a mí mismo.»

Fernández es un ingeniero que llega a la mina para reemplazar a Díaz, quien se encuentra harto de ese lugar. El ingeniero Fernández es un hombre valiente, audaz y también ambicioso, capaz de  abandonar la ciudad, para meterse en un túnel húmedo y helado, lo cual no es neto fruto de su valentía sino también de su ambición, ambición de expandir sus horizontes y hacer algo importante, ambición por dejar una huella aun dejando la capital donde hubiera podido conseguir un buen trabajo sin tanto padecimiento, donde no habría tenido que pasar por tanto frío. Pero aun así, el decidió ir a esa provincia para reemplazar a Díaz, guardando la esperanza de contra todo pronóstico poder ser feliz en ese infierno.

 

  • Echecopar:

 

Echecopar: «[…] ¡Salud, hijos de la noche y el silencio, primos del frio y del abismo, hermanos del cóndor y del viejo Echecopar!»

Echecopar, un hombre cuyo carácter se muestra curioso, difícil y complicado de tratar, con un cariño especial por sus trabajadores y una indiferencia total por los «grandes hombres». Este hombre, cuya forma de ser no deja de sorprender, en un determinado momento de la obra revela una valentía inspiradora aunque en cierta manera dictadora, al ser capazde sacrificar aun su propia vida y la de algunos de sus trabajadores por aquellos otros que él consideraba familia.

Amílcar Adolfo Mendoza (2012) dice: «[…] [En Collacocha] destaca el personaje del Ingeniero Echecopar, quien tiene una mística muy particular sobre su trabajo. Es en sí mismo un personaje paradigmático, poco frecuente en el teatro peruano, alguien que es más grande que la obra donde se encuentra y que a pesar de sus terribles defectos captura la simpatía del publico de manera ineluctable. En Collacocha no hay villanos aparentes, si hay muchos héroes pero muy pocos claroscuros. Los personajes son mediocres o son Echecopar. Si vale simplificarlo así de rotundamente, así es la obra […]»

  • Bentin:

Echecopar: «[…] Yo no trato con Bentin. Si quieren entenderse conmigo, que manden a Rojas. Rojas es revolucionario porque ama a los de abajo, Bentin, porque odia a los de arriba […]»

Así es como Echecopar describe a Bentin, quien a lo largo de la obra tiene un lapso de valentía, pero en general se le podría describir como un hombre cobarde, miedoso  que solo busca lo suyo.

Unidos por sus raíces:

Aunque el carácter de estos tres hombres: Echecopar, Fernández y Bentin, son muy distintos y parecen no tener nada en común, pues no es así, hay algo que los une y es ese amor indescriptible por sus raíces, por su patria, por su tierra y todo lo que conlleva.

«Echecopar: ¡Oh la tierra es buena y hermosa en todas partes! Depende de los ojos»

«Fernández: No había formas. Todo era color. Parecía un jardín de colores suspendidos en el aire. ¡No hay como los crepúsculos de la costa!»

«Bentin: Usted habla así porque es costeño, pero, ¿ha visto usted, en la Sierra cuando pasa la tormenta y sale el sol? Todo se pone dorado y la tierra cruje y humea de vigor […]»

«Echecopar: […] Paucartambo, desde donde se presiente toda la selva, con su exuberancia tibia, infinita. Y uno presiente la marcha quieta de los grandes ríos que van a la Amazonia, la vida apacible de los pueblos ribereños. »

En esta conversación vemos la posición de cada uno de ellos, uno mostrando inclinación hacia el paisaje de la costa, otro de la sierra y otro de la selva, cada uno  tratando de revalorar su lugar de procedencia, pero llegando finalmente a la conclusión de que país tenemos de sobra, a veces se muestra como un paraíso y otras, como todo lo contrario.

Premonición de una catástrofe:

«Soto: Es que algún día puede ocurrir una catástrofe. ¿Te imaginas, si la laguna se viene por el túnel? ¿Puedes imaginarte, lo que pasaría?»

Aquí podemos ver la preocupación de Soto ante la posible catástrofe, pero en la respuesta de Echecopar es más que evidente el hecho de que su voluntad por terminar la obra era más importante que una quimérica alarma de catástrofe, ya que da una rotunda negativa ante la propuesta de Soto de parar de trabajar como medida de precaución ante cualquier cosa terrible que pueda suceder.

La tragedia siempre llega:

La tragedia empezó en un momento de dicha y celebración, algo contradictorio pero real en la obra. Al llegar el primer camión con Jacinto Taira también llego la noticia del pequeño arroyo que estaba entre los dos túneles.

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«Taira: Como va a estar, pues, Ingeniero: como un espejo. Cuando arregle usted el arroyo a la entrada de este túnel.»

Así fue como llego la noticia a oídos de Echecopar, quien en ese momento reacciono y se dio cuenta del grave error que había cometido al ignorar la petición de Soto de cancelar por ese día el trabajo.

Fernández se queda para ayudar en lo que sea posible y para la sorpresa del publico Bentin también.

Echecopar: ¿También tú te vas a poner a llorar, como Bentin? Escucha: naturalmente, puede sobrevivir una catástrofe de un momento a otro. Pero ni tu ni yo nos podemos mover de aquí hasta haber puesto en seguridad a los que están trabajando en el Túnel Dos.

Soto: Bueno… bueno. Pero, si ocurre algo, ¿cómo salgo yo de aquí?

Echecopar: Te lo voy a decir, Soto. Cuando la quebrada se haya puesto absolutamente intransitable, cuando sea del todo imposible que una persona más pueda salvarse, me lo dices y yo vuelo el túnel, para entretener un rato el aluvión, mientras la gente del Campamento y de los pueblos del valle se pone a salvo sobre los cerros. Cuando oigas la explosión, huyes por las punas, a Huarmaca o algún otro caserío, ¿entendido?

Sobre este fragmento del teatro, Amílcar Adolfo Mendoza (2012) dice: Aún en este momento de humanidad de Echecopar, no duda en poner en peligro a sus subordinados. Si algo lo salva de la censura moral, es que se impone los mismos riesgos para defender la vida de los cientos de trabajadores a su cargo.

Es claro la lealtad que Echecopar muestra hacia sus trabajadores en todo momento, pero como dice Amílcar, Echecopar sigue actuando sin tener en cuenta nada más que sus propios juicios y razonamientos, ya que estaba decidiendo por la vida de Soto como si él fuese un títere, imponiéndole valentía cuando Soto solo quería irse y ponerse a salvo, pero tuvo que quedarse por la petición o imposición de Echecopar.

Conclusión:

En síntesis Enrique Solari Swayne resalto el amor a la patria, nos mostró que también hay muchas cosas buenas en nuestro país, las cuales en varias ocasiones olvidamos. En toda la obra también se puede ver el valor de la valentía, la valentía con la que uno debe defender a los suyos. Al final de la obra vemos como Echecopar no podía permanecer tranquilo pues el cargo de conciencia no lo dejaba en paz, la muerte de Soto había jugado un roll muy importante en su vida, y tenía que aprender a vivir con ello. Echecopar fue llamado el viejo de las montañas, porque en el drama gracias a él se salvaron muchas vidas.

Referencias:

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